Hace unas
tardes estaba muy tranquilo disfrutando de un espisodio de The Big Bang Theory
en la cadena Neox. Sheldon echaba una partida de bolos formando equipo con
Howard Wolowitz, Leonard Hofstatder, Raj Koothrappali y su guapa vecina Penny,
cuando aparece en la pantalla uno de esos mensajes odiosos:
"Volvemos en
6 minutos".
No bien
había desaparecido el mensaje anterior me sorprende el primero de los consejos
publicitarios. En él procesiona una serie de mujeres en plena madurez sexual
aireando a toda la audiencia de la cadena su gran estado de forma en lo que al
sexo se refiere gracias a lo que se pretende promocionar: Vaginesil.
Una de ellas
nos relata sonriente cómo ha recuperado
la pasión. Se le enciende la mecha, nos dice, o algo por el estilo. Mientras,
yo no puedo dejar de imaginar lo que se les encenderá a sus progenitores.
Otra, para
mí la mejor, habla a la cámara para decirnos textual y abiertamente: "-No
veo el momento en que los niños se vayan a la cama-". Pues chica, dales 20
euros y mándalos al cine. Aquí imagino a su pareja ojerosa levantando un sinfín
de cuchicheos y risitas nerviosas a su paso por la oficina:"-Mira tú, otra
vez que los mandaron a la cama a las 8'30. El Vaginesil le está consumiendo, va
a acabar con él. Que te lo digo yo. Que antes vivía amargado de la vida pero es
que ahora no vive."
Después sale
alguna mujer más intentando adoctrinarnos de cómo se puede convertir un
secarral en una húmeda y frondosa parcela de regadío para, a continuación y
en un magnífico alarde de ingenio y oportunidad, dar paso a un nuevo anuncio
en el que Repsol nos ayuda a lubricar y prolongar la vida de tu motor.
Una sonrisa inevitable ilumina mi rostro terminando en carcajada. ¿Casualidad?
Ni adrede, oye.
Con los
bajos y los pistones bien aceitados continuamos el viaje. Ahora nos llevan hacia las tierras en las que las mujeres
están en sus días especiales. ¿Cómo pueden conseguir sentirse seguras y bien?
Ausonia tiene la respuesta. "Te sentirás bien, te sentirás segura"
pregona el televisor mientras una bailarina no para de representar unos pasos
de baile clásico consistentes en airear lo suyo por la cara de su compañero de
baile, que permanece impertérrito ante los efluvios. El hombre del año, sin duda.
¿Cuántas tomas fueron necesarias para hacer ese trabajo? Seguro que él recuerda
todas y cada una. No pasa desapercibido el predominio del color blanco durante
el cortejo. El despliegue de pasos es interminable. ¿Cómo un ser humano puede
poner el pie a esa altura? Para eso no nos dan la respuesta.
Seguimos. En
esta ocasión la ilación no puede ser más desafortunada. Un primer plano
de una hamburguesa tapa la cara de su comensal que a cámara lenta va abriendo
la boca para pegarle un bocado. El hecho de que se realice a cámara lenta nos
da el tiempo suficiente de atar cabos y jugar con la escatología: La
bailarina anterior ya no pone lo suyo en la cara del compañero, ahora le pone
su cheeseburguer; el ketchup ya no cae rebosante por el pan ligeramente tostado,
ahora mancha el blanco impoluto de la escena de baile. Mi estómago pasa a un
estado de alerta. Creo que pasará un tiempo antes de que vuelva a comer una
hamburguesa y no sé si seré capaz de aderezarla con ketchup nunca más.
Para acabar
con la cordura de mi estómago continúan con unos consejos para ponerle
fin a nuestro estreñimiento. Presenciamos una recreación informática de
un colon. La imagen va recorriendo un tubo transparente a modo de tobogán, como
en un acuapark. Hay tres bolas que atoran el conducto. Los autores han tenido
la suficiente delicadeza de evitar el color marrón. Al igual que con la
bailarina predomina el color blanco. Como si acabara de montar en la atracción
aparece una bola de color azul que realiza alegremente el recorrido hasta
llegar al tapón. Éste desaparece al contacto con la bola azul. Las otras echan
a rodar buscando paisajes más favorables sin saber lo que el destino les guarda,
ya sea letrina, agujero, taza o bolsa de colostomía. De haber sido el autor del
mensaje, hubiera puesto el colofón: a la par que se produce el contacto de la
bola azul con el tapón sería extraordinario poner la voz en off del difunto
Fernando Fernán Gómez diciendo, cabreado como si le hubieran puesto dos
banderillas negras, eso de: "¡A la mierda!".
Pasaron los
seis minutos de publicidad. Sheldon cogía una bola de color granate dispuesto a
hacer su lanzamiento pero mi espíritu había perdido el deseo. No me apetecía
comprobar si el Dr. Cooper hacía un pleno o si Penny usa Vaginesil, Ausonia o
Micralax.
Apagué la
tele enfadado y me dejé llevar. Les ha faltado un anuncio, pensé. De champú
anticaspa. Y a continuación, deberíamos haber visto a Karlos
Argiñano espolvoreando en una tarta Royal el azúcar glas anterior
mientras canta: "Somos lo que comemos..." Pues, eso, unos
casposos.
Y para
concluir, un último anuncio, el de Frigo: "¿quién quiere un Calipo? Para
dar paso a continuación a la porno del Plus. ¡Con dos cojones!!!
¡Qué tarde!
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